¿Hacia Dónde Estamos Moviendo el País?
¿Alguna vez te has preguntado cómo ciertas ideas, que antes parecían descabelladas o incluso inaceptables, terminan siendo parte de nuestra realidad política y social en Perú? O, por el contrario, ¿cómo algunas que creíamos superadas, vuelven a ganar terreno? La respuesta podría estar en la Ventana de Overton, un concepto fascinante que explica cómo lo que una sociedad considera "aceptable" puede cambiar con el tiempo, abriendo o cerrando la puerta a nuevas leyes, costumbres o, lamentablemente, retrocesos.
Imagina la Ventana de Overton como un rango de ideas que la sociedad peruana está dispuesta a considerar y aceptar. Lo que está dentro de esa ventana tiene la posibilidad de convertirse en política pública. Lo que está fuera, es impensable, casi tabú. Pero esta ventana no es estática; se mueve. Hemos visto cómo ideas antes "radicales", como la exigencia de transparencia en el sector público o la condena tajante a la corrupción, han logrado moverse hacia el centro de la conversación, convirtiéndose en demandas ciudadanas legítimas. Esto ocurrió gracias al clamor cívico, a la valentía de algunos y al cansancio generalizado de la impunidad.
La Doble Cara del Movimiento: Avances y Retrocesos en Nuestros Valores Cívicos
Sin embargo, la Ventana de Overton no siempre se mueve en la dirección que anhelamos para el bien común. En el Perú de hoy, somos testigos de cómo ciertas ideas que antes nos parecían claramente perjudiciales para la convivencia y la democracia, han ido ganando terreno, erosionando nuestros valores cívicos y la confianza en nuestras instituciones.
Pensemos en el debilitamiento de la justicia y la lucha anticorrupción. Lo que hace algunos años hubiera sido impensable —que altos funcionarios o legisladores bajo investigación pudieran maniobrar para favorecer la impunidad, o que se cuestionara sistemáticamente a fiscales y jueces honestos— hoy parece, lamentablemente, más "tolerado" o incluso justificado en algunos discursos. La idea de que "todos roban" o que la corrupción es inherente a la política ha intentado normalizarse, moviendo la ventana hacia una peligrosa apatía cívica. La falta de rendición de cuentas y la sensación de que la ley no es igual para todos, son ideas que, de consolidarse, corroen el pilar de la igualdad y la justicia en nuestra sociedad.
Otro ejemplo palpable es la polarización extrema y la descalificación del diálogo. Si bien el debate es sano en una democracia, hoy vemos cómo la ventana se ha movido hacia la aceptación de un lenguaje agresivo, la negación del disenso y, en algunos casos, la criminalización de la protesta legítima. La idea de que el adversario político es un "enemigo" a destruir, y no un ciudadano con diferentes propuestas, ha ganado espacio. Esto atenta directamente contra valores cívicos fundamentales como el respeto, la tolerancia y la búsqueda de consensos, impidiendo que avancemos como nación.
Este movimiento de la ventana hacia lo negativo no ocurre por casualidad. Es el resultado de la difusión de desinformación, la impunidad que valida malas prácticas, la debilidad de una educación cívica robusta que contrarreste estos mensajes y, en ocasiones, la pasividad ciudadana. Es un llamado de atención urgente a la acción.
Moviendo la Ventana Hacia el Perú que Anhelamos: Nuestros Valores Cívicos Como Brújula
Frente a este panorama, utilizar la Ventana de Overton para el beneficio del Perú implica un esfuerzo constante y un compromiso cívico de cada peruano. Si queremos un Estado más fuerte, justo y próspero, debemos buscar mover la ventana hacia ideas que fortalezcan nuestra institucionalidad, nuestra economía y el bienestar de todos los peruanos, siempre desde la base de nuestros valores cívicos.
Dos áreas clave donde podemos y debemos aplicar esto son:
- Meritocracia y Consolidación Anticorrupción: La idea de que los puestos públicos deben ser por mérito y no por "dedo", y que la corrupción debe castigarse sin piedad, es un clamor que ha movido la ventana. Ahora, es más aceptable exigir que los mejores y más honestos estén en el Estado. Para que esta idea se consolide, necesitamos más educación cívica desde el colegio, visibilizar a los funcionarios honestos que tenemos (que existen), fortalecer a una sociedad civil vigilante y, lo más importante, que nuestros líderes demuestren un compromiso inquebrantable con la integridad y la rendición de cuentas. La justicia debe ser ciega para todos.
- Formalización y Productividad Sostenible: La formalidad (tributaria, laboral) como norma indispensable y la productividad a largo plazo son ideas que deben arraigarse en nuestra cultura. Esto es un valor cívico porque, cuando somos formales, contribuimos al desarrollo de todos, pagamos impuestos que se traducen en servicios públicos y ofrecemos condiciones dignas de trabajo. Para mover esta ventana, debemos simplificar trámites burocráticos que desaniman al emprendedor peruano, educar sobre los beneficios de la formalidad para el bien común, mostrar casos de éxito y ofrecer incentivos claros a quienes decidan dar el salto. Se trata de construir una cultura de responsabilidad y compromiso con el futuro del país, reconociendo que el esfuerzo individual se traduce en bienestar colectivo.
En síntesis, mover la Ventana de Overton para el beneficio del Perú no es imponer una visión, sino generar un cambio cultural profundo a través del diálogo, la educación cívica y un compromiso político que se traduzca en leyes justas y una sociedad más equitativa. Al empujar la ventana hacia ideas de meritocracia, transparencia, formalidad y productividad, y al resistir su movimiento hacia la impunidad o la polarización, estamos construyendo, ladrillo a ladrillo, el Perú que todos anhelamos. Un país donde los valores cívicos no sean solo palabras, sino la base de nuestra convivencia y progreso.
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