EE.UU. y China: Aranceles en una guerra sin tregua".

EE.UU. y China: Aranceles en una guerra sin tregua"

Lo que comenzó como una disputa comercial se ha convertido en una lucha estratégica por el liderazgo económico del siglo XXI. Desde 2018, Estados Unidos y China han estado inmersos en una guerra arancelaria que ha sacudido el comercio global, alterado cadenas de suministro y generado tensiones diplomáticas de largo alcance. Aunque la retórica ha cambiado con el paso de las administraciones, el conflicto permanece vivo. ¿Qué hay detrás de esta pugna? ¿Qué efectos ha tenido y hacia dónde se dirige

 La guerra arancelaria comenzó formalmente durante la presidencia de Donald Trump, bajo el lema de “America First”. Su administración acusó a China de prácticas comerciales desleales: robo de propiedad intelectual, subsidios estatales a industrias estratégicas y un persistente superávit comercial con Estados Unidos. La respuesta fue inmediata: imponer aranceles a productos chinos por más de 360 mil millones de dólares. Beijing contraatacó con medidas similares, creando un clima de incertidumbre global. Pero el problema iba más allá del comercio. Lo que estaba (y está) en juego es la supremacía tecnológica, la influencia geopolítica y el control de los estándares del futuro económico mundial. 
 Dos estrategias en colisión
 Estados Unidos apostó por los aranceles como herramienta de presión. China, por su parte, aceleró sus esfuerzos por independizarse tecnológicamente mediante políticas como “Made in China 2025”, que busca convertir al país en una potencia en sectores clave como la inteligencia artificial, los semiconductores y la biotecnología. Mientras tanto, las empresas transnacionales comenzaron a reubicar parte de sus cadenas de producción fuera de China, hacia países como Vietnam, India o México, para evitar los costos asociados a los aranceles. Esto no solo afectó a las dos potencias, sino también al resto del mundo, generando una reconfiguración del mapa económico global.
 El impacto económico: ganadores y perdedores 
Los efectos de la guerra comercial han sido significativos. A corto plazo, los aranceles encarecieron bienes para los consumidores, especialmente en Estados Unidos. Empresas de ambos lados sufrieron la caída en exportaciones y el aumento de costos de producción. Sin embargo, algunos países emergentes vieron oportunidades. Vietnam, por ejemplo, experimentó un auge en su industria manufacturera al captar parte de la producción desviada desde China. México también se benefició al convertirse en una alternativa cercana para las empresas estadounidenses. A nivel macroeconómico, el conflicto contribuyó a una desaceleración del comercio global y añadió volatilidad a los mercados financieros
La situación actual: del comercio a la tecnología 
Con la llegada de Joe Biden a la presidencia en 2021, muchos esperaban una distensión. Sin embargo, aunque el tono diplomático cambió, la estrategia de contención a China se mantuvo. Biden no solo conservó gran parte de los aranceles, sino que también intensificó los controles sobre exportaciones tecnológicas clave, especialmente en el sector de los microchips y la inteligencia artificial. Hoy, la guerra comercial se ha transformado en una guerra tecnológica. La reciente prohibición de exportar chips avanzados a China y las sanciones a empresas como Huawei reflejan este cambio. Beijing ha respondido con restricciones propias y una fuerte inversión en autosuficiencia tecnológica.
 ¿Una tregua posible o un conflicto estructural?
 La disputa entre EE.UU. y China ya no parece una simple batalla comercial. Se ha convertido en una competencia estructural entre dos modelos de desarrollo, dos visiones del orden mundial. La tensión va más allá de los aranceles y se extiende a temas como Taiwán, la hegemonía en el Pacífico, la carrera espacial y el control de los datos. Si bien es posible una desescalada puntual o acuerdos específicos, todo indica que esta rivalidad definirá el rumbo económico y político del mundo en las próximas décadas. En un mundo cada vez más interconectado, la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China no solo afecta a estas dos potencias. Todos somos, en mayor o menor medida, parte del juego.

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