Petroperú, Cuánto le cuesta al Estado y qué hacer con ella?


Durante la última década, Petroperú ha sido como ese hijo que siempre pide dinero prestado pero rara vez devuelve. Entre 2013 y 2025, el Estado peruano ha destinado más de S/ 24,000 millones en distintos salvavidas financieros.

1. ¿Cuánto recibió y cuánto devolvió?

  • 2012–2025: capitalizaciones y aportes de capital → no se devuelven, pasan a ser parte del patrimonio de la empresa.
  • 2022: se le dio un préstamo de US$ 750 millones, que luego se “perdonó” capitalizándolo.
  • 2022: también recibió S/ 4,000 millones en capital y una garantía para endeudarse hasta US$ 500 millones.
  • 2024: nuevo salvavidas: capitalización de US$ 750 millones y préstamo del Banco de la Nación por US$ 1,000 millones. Este último debía pagarse en 2025, pero se reprogramó hasta 2028.

👉 Traducción sencilla: la mayoría del dinero no vuelve al Estado, porque se convierte en capital. Y lo poco que sí debería regresar, está pateado para más adelante.

2. ¿Es rentable?

  • 2023: perdió más de US$ 1,000 millones.
  • 2024: volvió a perder, esta vez US$ 774 millones.
  • 2025: sigue en rojo; en el primer semestre acumula pérdidas por casi US$ 300 millones.

👉 Petroperú hoy no es rentable. Produce, sí, pero gasta más de lo que gana.

3. ¿Qué hacer con Petroperú?

El debate es fuerte: ¿cerrarla, privatizarla, reformarla? Algunas salidas que se plantean:

1.      Reforma seria y transparente.
Que cualquier nuevo apoyo del Estado esté condicionado a resultados medibles (menos pérdidas, más eficiencia, deuda controlada).

2.      Venta de activos improductivos.
Hay más de 30 propiedades y negocios que la empresa podría vender para aliviar su caja.

3.      Asociaciones con privados.
Dejar que inversionistas gestionen partes del negocio (logística, terminales, etc.) sin perder control total.

4.      Privatización parcial o total, o cierre ordenado.
Si en 2–3 años la empresa sigue en rojo, muchos economistas opinan que no hay que seguir echando dinero público en un barril sin fondo.

4. La lección

Petroperú refleja una pregunta más grande: ¿debe el Estado seguir sosteniendo empresas que no son sostenibles?
El dinero que hoy se inyecta a Petroperú podría usarse en salud, educación o infraestructura. La empresa tiene potencial, sí, pero requiere disciplina, transparencia y una reforma seria.

En otras palabras, o cambia de verdad, o el país seguirá financiando un gigante que no camina solo.

                                                                                                                        Walter Amoros

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Comunicado ante la Masacre en Pataz

COMUNICADO DE REPUDIO ANTE LA MASACRE DE TRABAJADORES EN PATAZ Con profunda indignación y dolor, expreso mi enérgico repudio ante el vil asesinato de 13 trabajadores en Pataz, La Libertad, un acto criminal que estremece la conciencia de toda la nación. Este hecho atroz, que eleva a 39 las víctimas mortales en la zona según reportes de la minera Poderosa, representa una inaceptable escalada de violencia que no puede ni debe ser normalizada en nuestra sociedad. La sangre fría con la que se perpetró esta masacre tras un secuestro evidencia el desafío directo de grupos criminales organizados hacia el Estado peruano y su capacidad para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Reclamo y exijo 1. La movilización inmediata y contundente de todos los recursos del Estado para la captura y procesamiento judicial de los responsables de esta masacre. 2. La declaración de máxima prioridad nacional para resolver este caso, incluyendo la asignación de recursos extraordinarios de intelige...
Leer más

El vuelo de la empatia

El bullicio del aeropuerto era el preludio de mi viaje. Mientras aguardaba mi vuelo, una notificación me recordó recoger mi comida. Al levantarme, un joven ocupó mi mesa, indiferente a mi maleta en la silla contigua. La molestia me invadió. "¿Disculpa, esa es mi mesa?", le reclamé. El joven, sin inmutarse, continuó absorto en su lectura. Con la furia en aumento, repetí mi reclamo, tomé mi maleta y me dirigí a la barra. Allí, una banca desocupada me ofreció un respiro. Pero la tranquilidad fue efímera. Una joven, visiblemente allegada al joven de la mesa, apareció con una caja de pizza y, sin mediar palabra, agregó otra banca a la mesa. La ironía me golpeó. ¡Estaba replicando la misma actitud que me había molestado! Pero ya era tarde, la joven estaba instalada. El destino tenía otra lección reservada. Al tomar mi pastilla, mi mano torpe derramó el agua. Sin dudarlo, la joven me ofreció sus servilletas, a pesar de quedarse sin ellas. La vergüenza me abrumó. Supe que mi juicio h...
Leer más